El papel de la inteligencia emocional a la hora de gestionar la incertidumbre
Hasta aquí nada nuevo, pero, ante esto, es probable que nos surja la siguiente pregunta: ¿qué podemos hacer para lidiar mejor con esta incertidumbre? ¿qué nos puede ayudar a gestionarla?
¿Qué ocurre cuando vivimos un momento de incertidumbre?
Cuando vivimos una situación de incertidumbre ocurre que sentimos miedo y nuestra mente formula mil preguntas a las que no sabemos dar respuesta: ¿qué impacto tendrá el coronavirus en la sociedad? ¿Cambiará mi forma de trabajo? ¿Tendré que enfrentarme a una desvinculación de mi compañía?
Y es que el ser humano está biológicamente preparado para responder a la incertidumbre con miedo. De hecho, según un estudio realizado por Caltech (Instituto Tecnológico de California), a medida que aumenta la incertidumbre en un determinado escenario, el control de nuestro cerebro pasa de estar en el sistema racional, a activar también el sistema límbico, conocido también como sistema emocional, donde las emociones -como el miedo o incluso la ansiedad- se generan.
Y esto ¿por qué? O, mejor dicho, ¿para qué?
El miedo -emoción biológica básica que, inevitablemente, experimentamos- nos informa de que hay un posible riesgo inminente del que debemos protegernos. Es decir, el miedo nos activa para responder ante el peligro y nos invita a ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades, lo cual nos ayudará a sobrellevarlo o reaccionar ante ello con mayor acierto.
En consecuencia, y en contra de lo que gran parte de la sociedad tiende constantemente indicarnos, parece que sentir miedo es útil. Pero ¿por qué luchamos contra el miedo? ¿Por qué se nos insta constantemente a “no tener miedo”?
Esto también tiene respuesta lógica: sentir e identificar un miedo que nos ayude a evaluar qué podemos hacer ante una determinada situación para no correr peligro es tremendamente útil. No obstante, si caemos en un “secuestro emocional” en el que el secuestrador es el “miedo”, la víctima “nosotros” y la consecuencia el “bloqueo”, poco nos ayudará eso que ya no es una emoción (reacción biológica natural a un estímulo externo) sino, más bien, un sentimiento (asociación mental y reacción a la emoción).
¿Cómo afrontamos los problemas?
Ante un problema, existen dos áreas por las que nuestra mente puede deambular: el área de influencia y el área de preocupación. En la primera identificamos qué herramientas están a nuestra disposición para responder ante dicho problema o miedo, y, desde ahí, actuamos haciendo todo aquello que está a nuestro alcance para resolverlo o protegernos. Cuando hablamos y actuamos desde el área de influencia, somos protagonistas de nuestra propia vida.
Sin embargo, cuando nuestra mente se encuentra en el área de preocupación, entonces somos víctimas de las circunstancias, damos vueltas sobre lo que no está a nuestro alcance y, ¿lo peor de todo? Si no salimos de ella, este área no deja de crecer.
En consecuencia, y volviendo a la pregunta que nos hacíamos al principio…
¿Cuál es la herramienta clave para gestionar la incertidumbre?
Según el profesor de Harvard, Howard Gardner, y su teoría de las inteligencias múltiples, así como hay muchos tipos de problemas a los que nos podemos enfrentar, también hay muchos tipos de inteligencias que nos ayudan a resolverlos. Por ejemplo, al aprender un idioma, emplearemos la inteligencia lingüístico-verbal; al resolver una ecuación la lógico-matemática o al tocar un instrumento la musical.
¿Y a la hora de gestionar la incertidumbre? En ese caso, usaremos la inteligencia emocional que, a su vez, se compone de inteligencia intrapersonal (auto-conciencia y gestión del yo) e interpersonal (conciencia social y gestión de las relaciones).
¿Cómo nos ayuda la inteligencia emocional a gestionar la incertidumbre?
- Nos capacita para identificar nuestros miedos, a ponerle nombre a esa emoción, a entender que lo que sentimos es, efectivamente, miedo -antes de que se descontrole e incluso lleguemos al secuestro emocional- y que es totalmente natural sentirlo.
- Nos permite comprender qué nos está queriendo decir este miedo, cómo “nos quiere ayudar” esta emoción. Desde ahí, seremos más capaces de guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones hacia el área de influencia en vez del área de preocupación.
- Nos ayuda a tomar decisiones más racionales y conscientes para sobrellevar la situación sabiendo que hay cosas que sabemos y cosas que no, que hay cosas bajo nuestro control y otras que no lo están en nuestra mano
Y, la inteligencia interpersonal, ¿cómo nos ayuda? Trabajamos en equipo, vivimos en familia, nos rodeamos día a día de personas con las que interactuamos y que, como nosotros, viven la incertidumbre y reaccionan ante ella, cada uno a su manera, pero, en definitiva, todos con ciertos miedos. Así, la inteligencia emocional aplicada a las relaciones con los otros nos ayuda a empatizar, a hacernos conscientes de lo que vive el otro para, una vez más, adaptar nuestro pensamiento y acciones con respecto a los demás, e, incluso, ayudarles a identificar y gestionar sus propios miedos.
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