Gane quien gane las elecciones: más empleo
Numerosas fuerzas políticas argumentan prioritariamente que las tasas de desempleo elevadas ralentizan la economía, frenan el crecimiento del PIB y, por ende, el consumo. Si bien todo esto no deja de ser cierto, desde mi punto de vista, las consecuencias más graves que ocasiona el desempleo son las de tipo social: disminución del poder adquisitivo, reducción de la clase media, aumento de la delincuencia, desestabilización de las familias, etc., etc. Y es por estas razones por las que el empleo, ahora más que nunca, debe ser una prioridad para nuestro futuro.
Comparativa de las medidas propuestas en materia de empleo
En el cuadro comparativo se muestran las principales líneas de actuación propuestas por los principales partidos políticos en el aspecto que nos ocupa. Esta tabla nos da una idea de las iniciativas que se proponen tomar. Algunas de ellas, meros “brindis al sol”, poco concretas y menos desarrolladas, esbozan simplemente las esperanzas y/o refuerzan los miedos que cada ciudadano pueda tener.
Pero lo cierto es que muchos españoles pueden soñar con las siguientes aspiraciones laborales:
- Facilidad de empleo: si se quiere trabajar se podrá trabajar, con independencia de la edad, el sexo o la formación.
- Dignidaden el empleo: cualquier trabajo será digno y tratado como tal.
- Flexibilidad: el empleo podrá adaptarse a los momentos vitales y profesionales de cada persona.
- Felicidad: el trabajo será fuente de felicidad, de ilusión, de aprendizaje, de crecimiento profesional o de madurez personal. O,¿por qué no?, de todo ello.
¿Qué medidas de empleo podrían tener un impacto real?
Para conseguir cumplir estos principios se deben poner todos los esfuerzos en algunas de las iniciativas que muestran los partidos políticos, pero es utópico realizar grandes listas electoralistas sin un hilo conductor.
Por esta razón, los que desde hace muchos años asesoramos en materia de empleo, tenemos claro que hay políticas más eficientes que otras para favorecer el empleo. Entre ellas podemos destacar estas cinco:
- Prestaciones de desempleo que inciten a la búsqueda. El ser humano sin retos va muriendo. El progreso es consustancial al ser humano, es lo que nos diferencia del resto del reino animal. Para progresar hay que trabajar. Por ello, en más ocasiones de las que creemos, la prestación de desempleo es el mayor enemigo del empleo. Las prestaciones deberían cobrarse de forma descendente (y no lineal) a lo largo del tiempo. Ayudaría a los seres humanos a ir viendo el fin y potenciaría la búsqueda de empleo.
- La ayuda a la incorporación al mercado laboral debe ser obligatoria. Aquí deben colaborar la Administración Pública (hoy por hoy se invierten 6.500 millones de anuales y solo el 2,1% de los asalariados ha encontrado trabajo gracias a la Oficina Pública de empleo: ¿Funciona?) y las empresas. Más del 80% de las personas que participan activamente en programas de recolocación privado consiguen empleo en un tercio, menor, del tiempo que el resto. Las empresas que ayudan a los empleados desvinculados involuntariamente a buscar un nuevo empleo, deberían estar bonificadas por empleado si consiguen trabajo en menos de 6 meses. La Seguridad Social incrementaría su recaudación en los tiempos de transición y el mercado laboral fluiría de manera más transparente y activa.
- Convenios y legislación del siglo XXI. Dado que Lutero murió y la revolución industrial fue un hito histórico, ¿porqué poner puertas al campo? Aprendimos mucho en el siglo XX, pero ahora tenemos que conseguir que la gente trabaje cuando quiera, como quiera, para quien quiera y porque quiera.
- Las legislaciones holandesa, americana o inglesaregularon hace tiempo la posibilidad de ser freelance (libertad), mientras que nosotros les llamamos “falsos autónomos”, puesto que no tenemos un marco jurídico claro y concreto.
- Las personas cuya pasión es su trabajo se ven obligadas a dejar de aportar a determina edad, dado que si continúan haciéndolo ponen en riesgo su pensión. Obligamos a muchos de aquellos que han acumulado sabiduría durante toda una vida a realizar otras tareas que, quizá,no aporten tanto a la sociedad ni a ellos mismos.
- Las personas deben trabajar en el entorno de equilibrio perfecto que requiera su compañía y su momento vital. Si buscamos un equilibrio entre dos partes (compañía y trabajador), debemos proponer marcos regulatorios lo suficientemente amplios para que entre ellos se entiendan. Cada “matrimonio laboral”, de común acuerdo, debe establecer su modelo de convivencia. Sin imposiciones de terceros, sin reglas pre-concebidas por una sociedad laboral antigua y casposa.
- Equilibrio entre salarios y empleabilidad. Los convenios no deberían ser exclusivamente sectoriales, sino incorporar variables como la empleabilidad que aportan a los trabajadores. La empleabilidad debería ser premiada; a mayor empleabilidad se favorece el crecimiento profesional, la generación de talento y la movilidad laboral. No es lo mismo desarrollar talento y hacerlo crecer, que no hacerlo.
- Favorecer que la sabiduría fluya. Las prejubilaciones provocan una carga extra al Estado de difícil justificación. Las grandes empresas deberían ser conscientes de la problemática social de estas prácticas. El Estado debería intervenir y no soportar cargas sociales sin justificación alguna. Debemos asumir que la esperanza de vida es mayor y que muchos puestos de trabajo ya no dependen de la fuerza física del ser humano, sino de su capacidad intelectual. Nos debemos organizar para que tan solo se jubilen anticipadamente aquellos que, sí o sí, lo necesitan.
Si dotamos al mercado laboral de ingredientes que nos empujen hacia la libertad, la ilusión, la flexibilidad y la autonomía, conseguiremos un mercado más atractivo para todos, generador de mas altas dosis de entusiasmo y de productividad y, sobre todo, conseguiremos que más y más trabajadores vean el trabajo como una fuente de felicidad y de auto-realización.
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